Nicolás Steno,
(Copenhague, 11 de enero de 1638 - Schwerin,
25 de noviembre de 1686), científico y anatomista danés, descubrió los llamados
Principios de Steno, que hablan sobre la superposición de los estratos
de sedimentos terrestres que componen la corteza terrestre y en los que se
podría leer como en un libro los capítulos de la historia de la Tierra.
Nicolás Steno
cambió la Historia
literalmente en 1668, cuando publicó su obra maestra “De solido intra solidum
naturaliter contento dissertationis prodromus” gracias a la cual se le atribuye
el honor de ser el padre de la
Geología. A partir de ese momento la edad de la Tierra comenzó a expandirse
hasta llegar a los 4,600 millones de años considerados actualmente.
Los hallazgos de
Steno fueron rechazados por la comunidad científica, hasta que Leibniz publicó
“Protogaea”, dedicado a la historia primitiva de la Tierra. La Iglesia
también desdeñó sus descubrimientos hasta que en el siglo XIX, el Papa Pío VII
permitió a los católicos “entender los días de la creación como períodos
indeterminados de tiempo en lugar de días literales de 24 horas”.
La ley o Principio
de Superposición de Estratos es una de las leyes de Steno que hoy en día rige
la geología.
Nicolás Steno
también hizo descubrimientos en el campo de la medicina, pues antes de centrar
sus estudios en los estratos terrestres descubrió la existencia de la glándula
parótida y los óvulos femeninos.
Se convirtió al
catolicismo en 1667 y dejó los laboratorios definitivamente cuando fue ordenado
sacerdote en 1675. Llegó a ser obispo dos años más tarde pero quiso llevar una
vida sacrificada y pobre, dejando completamente de lado sus anteriores logros.
Sus últimos años fueron difíciles pero encaminados hacia la evangelización,
como él deseaba. Murió en Alemania en 1686, después de experimentar la pobreza
más absoluta, y no fue beatificado hasta tres siglos después de su
fallecimiento, en 1988, de la mano del papa Juan Pablo II.
Marina Cancho Lumbreras
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