martes, 17 de abril de 2012

IVÁN PAVLOV


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Nació en Riazán, el 14 de septiembre de 1849 y murió en San Petesburgo el 27 de febrero de 1936, fue un fisiólogo y psicólogo ruso. Fue hijo de un patriarca ortodoxo. Comenzó a estudiar teología pero la dejó para empezar medicina y química en la Universidad de San Petesburgo. tras terminar el doctorado en 1883 amplió sus estudios en Alemania, donde se especializó en fisiología intestinal y en funcionamiento del sistema circulatorio. En 1890 obtuvo la plaza de profesor de fisiología en la Academia Médica imperial pero en la siguiente década su trabajo en la investigación del aparato digestivo y e el estudio de los jugos gástricos, trabajos por los que obtuvo el premio Nobel de Medicina en 1904. Pavlov es conocido sobre todo por formular la ley del reflejo condicional.

DESARROLLO COGNITIVO Y MOTOR

Los experimentos con perros realizados en 1882 por el fisiólogo ruso Iván Pavlov ahora son pauta de una de las ciencias que está en la frontera del conocimiento humano: la neurociencias.
Pavlov marcó una parte en la historia de la medicina y la psicología para entender la relación mente-cuerpo. Experimentó con un perro al cual le mostraba la comida al mismo tiempo que tocaba una campana y después de 20 a 40 repeticiones el animal estaba condicionado a segregar saliva al escuchar solamente la campana sin mirar u oler la comida.
Pavlov llamó el fenómeno descrito " Reflejo Condicionado", es decir, la salivación era una respuesta condicionada. Involuntariamente el perro segregaba saliva al oír la campana, como si hubiese visto el alimento.
La respuesta condicionada podía ser suprimida, negando al perro repetidamente la comida cuando sonaba la campana y sometiéndolo a un moderado shock eléctrico, por lo que el perro no segregaría saliva, al contrario se estremecería al sonar la campana aunque no recibiera el shock eléctrico.
Pavlov observó que los animales pueden discriminar entre elementos sensoriales . Asoció el alimento a un círculo luminoso y un shock eléctrico a una elipse luminosa. El perro podía hacer la distinción, pero cuando la elipse se hacía cada vez más circular la distinción resultaba difícil. A veces, el perro en agonía por decidir desarrollaba lo que se podía llamar una crisis nerviosa. 


Carmen Fernández Marchena

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